jueves, 14 de febrero de 2008

Jim Collins-Music performed by the high mass
¿Cómo suena ir desapareciendo? ¿Qué se escucharía si el fin de los días resultara tal como lo auguró la mitología escandinava (los lobos comiéndose la carroza del sol, y el mundo oscureciéndose lentamente como una bombilla cuya intensidad se va perdiendo)? ¿Cómo se siente pisar el pastoso fondo del arroyo, sacar la pala y excavar aún más, construirse un lecho entre lenguados y cangrejos subterráneos? ¿Cómo se siente ir perdiendo el nombre, el apellido y la lengua?
Bueno, todas estas preguntas se responden en este disco de Jim Collins.
He bajado muchos discos de Mutant Sounds antes y durante la existencia de este blog, me he encontrado con oscuras gemas de mundos desconocidos, me he encontrado con asaltos al sentido común y vejaciones auditivas, pero nunca me había pasado de encontrarme con un disco que me conmoviera. ¿Pero quién es Jim Collins? Bueno, el tema es que nadie conoce a Jim Collins. No aparece en la wikipedia, google y ciertamente lo único que sabemos de él proviene del mismo hombre (¿o Dios?) detrás del sitio de donde lo descargué. Y cuando esta persona también se lava las manos con respecto a la identidad de este músico, sabemos que estamos ante un verdadero espectro viviente, tan anónimo como una momia de Guanajuato.
Lo primero que me atrajo fue la tapa del disco, una tapa tan austera como oscura. Vemos el árbol cercado, extendiendo sus puntiagudas ramas como violentos tentáculos dispuestos a acabar con lo que se intente acercarle. Vemos algo que suponemos espantapájaros, pero que bien podría ser cualquier otra cosa. Vemos una planta color violeta venenoso, con aguijones erguidos impidiendo pasar cualquier cosa que se atreva a cruzar ese sendero. Recurriendo a los tests proyectivos, tal como si la tapa del álbum fuera material gráfico de un niño a analizar, podríamos considerar la idea de una persona con intenso miedo al mundo exterior, que es esconde dentro de sí misma atacando a todo lo que se le acerca, como esas ramas puntiagudas, tan peligrosas a cualquier abrazo, esos cuervos en el cielo de bruma violácea, esas rejas de metal y de espinas. Incluso podría considerarse al cantante como el conejito de la zona inferior izquierda, resaltando la insignificancia y fragilidad de alguien ante un mundo que se le alza amenazante e imponente. Y ciertamente lo que llama la atención es que todo esto se confirma en el disco. Es un disco donde la soledad predomina, pero no esa soledad romántica y florida del poeta, sino una soledad radical, una soledad en la que uno ni siquiera puede contar consigo mismo, con su propia voz interior para hacerle compañía.
Es muy difícil separar los temas del disco, es como un mismo puñado de tierra del fondo de un arroyo, igualmente homogéneo en su oscuridad, frialdad y textura bituminosa. El disco empieza con Love, siendo introducidos lentamente en el interior de un bosque, llegando a la cabaña de Collins. Cuando comienza la guitarra serena y llega la voz de Collins cargada de reverb sólo podemos pensar que aquello fue grabado en un lugar cavernoso, como si el cantante por miedo al mundo y a lo que él mismo pudiera hacer (now you can’t come and play in my garden/I have to closet he gate/for fear you might hurt me/or worse I’d hurt myself- Scorpio in Mars) se hubiera exiliado en el fondo del aljibe de su casa, donde nunca más viera la luz y donde preparó un pequeño estudio de grabación, alimentándose de seres reptantes que circulaban en las profundidades, entre los huecos de las adoquinadas paredes. La voz es monótona, se siente como un Virgilio guiándonos por el oscuro bosque. Unas guitarras eléctricas cargadas de fuzz y wah wahs van de derecha a izquierda en nuestros audífonos, como si fueran insectos que recorrieran transversalmente nuestro cráneo. Debido a este último recurso, quizás podríamos pensar en un psych folk, sólo que esta música no es psicodélica, tiene que ver con un estado del alma más allá de la experimentación con una droga. Se refiere a algo más… estructural, o más parecido a la desintegración de todo lo que conocemos. El diálogo de guitarras es admirable, sobre todo en God Song, que parecen como si fueran sonidos de animales acuáticos, como si Jim Collins las desafinara en tiempo real, mientras las toca. También los órganos acompañan el viaje, creando densas capas en las cuales flota (¿o se hunde?) la voz del músico.
Lo genial del disco es que en ningún momento el tipo intenta hacer usufructo de esa oscuridad, las letras son más vivenciales y religiosas de lo que podría pretender una banda autoconscientemente oscura. Lo que funciona perfecto es la comunion entre letras y música. Por ejemplo, lo recitado en God Song, “in the end/no more you/in the end/no more god too, only thoughts” perfectamente podría figurar en un disco de algunos Bauhaus wannabes, pero hay algo que hace lazo entre la desquiciada melodía y la monótona voz que resulta completamente convincente, tan convincente como las voces de esos predicadores enfrascados en su delirio místico. Otro tema admirable es Walk this country, que en el cual los arreglos de las guitarras con delay caen y retumban como gotas de agua, y donde sobre todo hay una entrada magnífica del piano, dramática pero no pomposa, que acompaña serenamente a la canción como esos pájaros que limpian de parásitos a los rinocerontes, dando pie a la última canción, la instrumental Time for now, que nos da la impresión de que no sólo ante el final del disco, sino del mismo músico.
Una vez que termino el disco, me imagino caminar una noche por un bosque intocado del balneario Biarritz. Hace unos años acampé allá con unos amigos. En cierto momento de la noche, si uno ponía el oído contra la pinocha podía sentir a los árboles respirar. Me imagino estar en una de esas noches, caminando sólo por aquel bosque, escuchando la voz y la guitarra de Jim Collins en mis audífonos como un mensaje del más allá. Prometo hacerlo algún día, pero de vivir esa experiencia, no sé si viviré para contarla.

Bizarrez: 5/10 (bizarro no es la palabra, no parece algo completamente alienígena para el oído, pero al mismo tiempo no suena a nada que haya escuchado del psych folk)
Escuchabilidad: 7/10 (no es un disco industrial norcoreano lleno de taladros, gatos sodomizados y licuadoras con piedras en lugar de fruta, pero es un disco complicado para la gente que busca temas de forma determinada y bien delimitados entre sí. A más de uno le podria parecer monótono).
Encopresis garantizada: 6/10 (si bien no apela al susto, es un disco incuestionablemente tan denso como oscuro, y ciertamente no es recomendable escucharlo si tenés una .35 al alcance)
Factor S (de snob): 7/10 (el folk no suele ser uno de los géneros de los que más se vanaglorian los enfermos melómanos –en ese caso, sería más bien el industrial, la música gótica, la no wave y el particularísimo fanatismo por la chanson française-, pero escuchar –y con la posibilidad de inventar la biografía- a un tipo del que no lo conoce ni la magnánima figura detrás de Mutant Sounds, es un material de gran potencial snob)
Puntaje general: 9/10 (difícilmente volverán a ver de mí un puntaje tan alto –un 10 sería, digamos, White light/White heat o A love supreme-, pero este disco realmente se lo merece. Es una rosa encontrada en un pantano, una rosa violácea y espinosa como la que aparece en la tapa del disco. Es admirable la capacidad de crear climas de Jim Collins, así también como la instrumentación –nunca vi guitarras tan parecidas a animales innombrables- y una capacidad de interpretación que te hace sentir el mismo mundo de sensaciones que inundan al cantante. Así como lo dije al principio, uno mientras escucha las canciones, se siente ir desapareciendo

BAJAR

viernes, 1 de febrero de 2008

Magma - Magma
Ya sea por etnocentrismo o por nuestra típica soberbia y arrogancia argentina desde chico vengo escuchando que el rock argentino es lo más. Los medios (hasta los especialistas en el tema) no se cansan de contar todas las bondades de nuestro rock, “que Charly esto”, “que el Flaco aquello” y la gente después repite como loro. Desde chico veo a gente que no escucho mas de 10 discos en su vida inmolarse defiendo la capacidad compositiva de Fito Páez. “Después de los países anglosajones, el rock argentino es el mejor lejos…”. El rock argentino tiene cosas muy buenas eso no lo voy a cuestionar pero si hay algo que aprendimos con Internet, es que el rock no se termina en cinco bandas de cinco países, y hoy me voy a ir hasta la otra punta del mundo para demostrarlo.

Es verdad cuando se habla de Corea nadie se acuerda de ellos especialmente por su musica, en todo caso lo harán por su restaurantes baratos de dudosa calidad, por esa actriz que aparecía en Sideways, por esos directores de nombres imposible que pululan año tras año en los festivales de cine o por su capacidad de pegar patadas en cada mundial de fútbol. Pero nadie en su sano juicio asocia al mencionar Corea con el rock o con esta muy buena banda.

Podría decirles que el tío del bajista –diplomático él- luego de un viaje por los EE.UU. paso de contrabando por la aduana (previa encamada con una despachante fea y gorda) algunos discos de los Sonics. Podría decirles que el guitarrista Hyeo Lee-Park paso sus días de exilio limpiando baños para un señor adinerado que luego cedería sus instalaciones para un show llamado Woodstook, y que mientras limpiaba los despojos de otras personas cada tanto pispeaba al escenario donde un negro con bincha hacia las cosas mas imposibles con la guitarra. Podría decirles que mientras Oh Seung-Lip se preparaba para los juegos olímpicos de Berlin (en el que luego ganaría una medalla de plata en Judo en peso mediano) durante un paseo por el centro de la ciudad se tildaría extrañamente ante una disquería al ver el vinilo de “Disraeli Gears” de Cream en el aparador. Podría decirles todo eso y les estaría mintiendo pero quien sabe tranquilamente todo eso podría haber pasado eso.

Ya desde el vamos la combinación Corea + Mutant Sounds era impredecible (y algo atemorizante a decir la verdad) pero a pesar de lo que me podía esperar no solo me encontré con un disco muy escuchable sino además con un excelente disco. Lo de Magma pasa principalmente por canciones garajeras, guitarras llenas de fuzz en la que los asiaticos roquean de lo lindo, metiendo unos solos terribles que los acercan mas a Blue Cheer que a los Nuggets americanos, hasta se le animan un poco al ruido en algunas partes del disco. Pero lo que hace que uno se enganche rápido con la banda es definitivamente la voz del cantante, sin ser especialista en rock asiático las pocas bandas que escuche (los Boredoms de la primera etapa, Acid Mother Temple, Damo Suzuki) se caracterizan por tener voces…deformes por decir algo mal y rapido, en cambio en las canciones de Magma las voces se acercan mucho a un modo muy occidental de cantar, sino me creen escuchen en el tema numero cinco ese corito “La La Lara Lara…” imposible de no tararear y díganme si esta canción no tendría que haber sonado mas en las radios que “Every Breath You Take”. Obvio son coreanos así que todo tan standard no podía ser, ahí es cuando aparecen canciones como la dos o la cuatro (perdón que no ponga los nombres lo que pasa es que no hay traducciones de los nombres) en la que se transforman en la banda sonora de un anime, aminorando la marcha, quitando la distorsión y facturando canciones tan brillantes como melancólicas. Y vuelvo al principio, es verdad que este disco es de 1981 y para ese año ya bastante agua había corrido bajo el puente del rock pero igualmente conmueve encontrar en tierras tan lejanas en las que uno nunca esperaría encontrar nada destacable, sonidos y canciones que permiten desterrar viejos mitos y creencias, en fin esto es rock y del bueno.


Bizarrez: 9/10 (Una sola palabra: Corea. Quieren un par mas?: Edición limitada)
Escuchabilidad: 8/10 (A pesar de lo que su origen prometía el disco se deja escuchar perfectamente y hasta nos regala algún que otro inesperado hit, además son 41 minutitos así que mas se puede pedir, no hace falta ser un melómano extremo para disfrutarlo)
Encopresis asegurada: 2/10 (Realmente no le encontré tal cosa al disco, tal vez había mas misterio y expectativa en la previa de escucharlo, pero apenas empezado el disco se borraron tales sospechas)
Factor S (de snob): 10/10 (No se como esta el cambio últimamente pero la ultima vez que me fije era algo así como 5 reportes oficiales de Throbbing Gristle equivalían a un disco de Magma, no lo dude si quiere ser la persona mas cool de la fiesta, si quiere chapear ante sus amigos snob este disco no lo dejara mal parado)
Puntaje general: 8/10 (Realmente el disco me gusto mucho, el sonido de las guitarras -el fuzz debe ser un de los efectos mas simples y atractivos-, esa voz que parece que va inventando las palabras una a una mientras las canta, canciones que inexplicablemente uno termina tarareando, …además lo repito por enemisa vez: son de Corea)


BAJAR