En las adyacencias del rock, allí donde los géneros se mezclan con naturalidad y sin complejos, donde la academia pone los materiales para que sus hijos dilectos hagan desparramos sin que nadie se entere o le importe, donde las guitarras parecieran ser mala palabra, donde el afán lúdico le gana a la seriedad y a la obligación de los contratos, donde la posibilidad de éxito esta negada de antemano, allí se hacen algunos de los discos mas interesantes, desafiantes y espinosos de la historia.
Arnold Dreyblatt es un artista en el amplio sentido del termino, alumno y compañero de la crema de la música académica estudio con Pauline Oliveros, La Monte Young, Alvin Lucier entre otros y como buen espíritu inquieto que no puede permanecer mucho tiempo en el mismo lugar además de tener una prolífica carrera como compositor, ha hecho obras e instalaciones que los que saben dicen que son re grosas. Y así como un John Zorn con menos prensa, este norteamericano radicado en Alemania viene limando cabezas desde principios de los ochenta, armando y desarmando bandas tratando de alcanzar esas extrañas visiones musicales que lo hacen la personita tan especial que es.
Pero como es la música de “Propeller in love”? mmm es como si un grupo de chicos de instituto de música se hubieran rascado el higo durante todo el año -esos que tienen mala fama, que fuman en el baño y aprueban sin estudiar- tienen que componer una obra para presentar como proyecto, obvio están limitadísimos técnicamente por la falta de practica, pero claro, ellos tiene ese extra que les permite sacar ese as de la manga que hace putear al resto de los compañeros. Por que no, también podemos imaginar el disco como un grupo de viejas carolas golpeando sus cacerolas con perfecto timing y originalidad.
Buscarle conexiones o similitudes es una tarea tan compleja, tan ardua y tan –finalmente- al pedo, por que nunca podremos definirlo completamente, los sitios que podrían encargarse de tal tarea incluyen bandas tan disímiles e ignotas que es imposible enmarcarlas en un sonido común. Tal vez con mucha imaginación podemos mencionar en la música popular(?) dos nombres que podrían ayudar a describir el sonido de la orquesta de Arnold Dreyblatt, el primer punto de contacto podría ser el tema raro, díscolo y difícil del primer disco de Velvet Underground “The Black Angel’s Death Song” y el otro varios temas de los discos solistas del Radiohead Jonny Greenwood cuyos experimentos percusivos y vanguardisticos tienen cierta (dije cierta) relación con este disco.
En definitiva la música de la Orquesta de cuerdas excitadas es un tren hecho de un material fino y delicado que avanza a toda velocidad y que da la sensación de desmoronarse a cada paso, es un conjunto de instrumentos extraños creando sonidos mas extraños todavía, modificados para la ocasión y ejecutados con tanta impericia como con originalidad, creando ritmos minimalistas llenos de percusiones que se esculpen lentamente en nuestra nuca y que cuando corren el riesgo de caer en la monotonia y el aburrimiento, un tono, una nota, un dedo cambia de lugar y con él la melodía cambia, levemente pero cambia, bifurcándose de su camino original como una realidad paralela dibujada por el profesor Brown de “Volver al futuro”.
Bizarrez: 8/10 (Ciertamente nunca escuche un disco como este, todo lo que en ciertas bandas o artistas puede manifestarse en un pasaje de una canción, hasta como máximo en una tema entero de dos minutos la orquesta de Arnoldo lo lleva hasta el infinito, con todo lo malo y lo bueno que ello significa, este es sin duda un disco único en su especie)
Escuchabilidad: 6/10 (A ver, los sonidos del disco no se caracterizan por ser de una violencia sonora o falta de respeto hacia el oyente como otros discos de mutant sounds pueden llegar a serlo, pero la forma como esa instrumentación es utilizada definitivamente no es para todo el mundo, un oído sensible o pasajero lo encontrara disonante y ciertamente perturbador)
Encopresis garantizada: 4/10 (De noche, con luces apagadas debe generar una linda cuota de incomodidad pero en condiciones normales el disco dispara muchas imágenes que no asociaría directamente con cuestiones terroríficas)
Factor S (de snob): 8/10 (Vamos a ser claros, nadie que no sea un snob recalcitrante puede llegar a encontrarle a “Propeller In Love” virtudes dignas de ser comentadas, todo aquel que espere cosas como intro-coros-puentes-solos-estribillos se vera decepcionado, pero aquel que se cuelga con sesiones de noise o que le atraen los discos de “ruiditos varios” lo recibirá con los brazos abiertos)
Puntaje general: 7/10 (A pesar de cierta monotonía el disco entretiene y es altamente hipnótico si lo agarras bien concentrado -no recomendable desde ya para fiestas o para declararle el amor a alguien con stereo bajo el brazo-. Lo que impide que sea un disco redondito son los últimos temas, tal vez sin ese drone largo y aburrido que no va hacia ningún lado que se podría haber prescindido el disco tendría una calificación mayor)
Arnold Dreyblatt es un artista en el amplio sentido del termino, alumno y compañero de la crema de la música académica estudio con Pauline Oliveros, La Monte Young, Alvin Lucier entre otros y como buen espíritu inquieto que no puede permanecer mucho tiempo en el mismo lugar además de tener una prolífica carrera como compositor, ha hecho obras e instalaciones que los que saben dicen que son re grosas. Y así como un John Zorn con menos prensa, este norteamericano radicado en Alemania viene limando cabezas desde principios de los ochenta, armando y desarmando bandas tratando de alcanzar esas extrañas visiones musicales que lo hacen la personita tan especial que es.
Pero como es la música de “Propeller in love”? mmm es como si un grupo de chicos de instituto de música se hubieran rascado el higo durante todo el año -esos que tienen mala fama, que fuman en el baño y aprueban sin estudiar- tienen que componer una obra para presentar como proyecto, obvio están limitadísimos técnicamente por la falta de practica, pero claro, ellos tiene ese extra que les permite sacar ese as de la manga que hace putear al resto de los compañeros. Por que no, también podemos imaginar el disco como un grupo de viejas carolas golpeando sus cacerolas con perfecto timing y originalidad.
Buscarle conexiones o similitudes es una tarea tan compleja, tan ardua y tan –finalmente- al pedo, por que nunca podremos definirlo completamente, los sitios que podrían encargarse de tal tarea incluyen bandas tan disímiles e ignotas que es imposible enmarcarlas en un sonido común. Tal vez con mucha imaginación podemos mencionar en la música popular(?) dos nombres que podrían ayudar a describir el sonido de la orquesta de Arnold Dreyblatt, el primer punto de contacto podría ser el tema raro, díscolo y difícil del primer disco de Velvet Underground “The Black Angel’s Death Song” y el otro varios temas de los discos solistas del Radiohead Jonny Greenwood cuyos experimentos percusivos y vanguardisticos tienen cierta (dije cierta) relación con este disco.
En definitiva la música de la Orquesta de cuerdas excitadas es un tren hecho de un material fino y delicado que avanza a toda velocidad y que da la sensación de desmoronarse a cada paso, es un conjunto de instrumentos extraños creando sonidos mas extraños todavía, modificados para la ocasión y ejecutados con tanta impericia como con originalidad, creando ritmos minimalistas llenos de percusiones que se esculpen lentamente en nuestra nuca y que cuando corren el riesgo de caer en la monotonia y el aburrimiento, un tono, una nota, un dedo cambia de lugar y con él la melodía cambia, levemente pero cambia, bifurcándose de su camino original como una realidad paralela dibujada por el profesor Brown de “Volver al futuro”.
Bizarrez: 8/10 (Ciertamente nunca escuche un disco como este, todo lo que en ciertas bandas o artistas puede manifestarse en un pasaje de una canción, hasta como máximo en una tema entero de dos minutos la orquesta de Arnoldo lo lleva hasta el infinito, con todo lo malo y lo bueno que ello significa, este es sin duda un disco único en su especie)
Escuchabilidad: 6/10 (A ver, los sonidos del disco no se caracterizan por ser de una violencia sonora o falta de respeto hacia el oyente como otros discos de mutant sounds pueden llegar a serlo, pero la forma como esa instrumentación es utilizada definitivamente no es para todo el mundo, un oído sensible o pasajero lo encontrara disonante y ciertamente perturbador)
Encopresis garantizada: 4/10 (De noche, con luces apagadas debe generar una linda cuota de incomodidad pero en condiciones normales el disco dispara muchas imágenes que no asociaría directamente con cuestiones terroríficas)
Factor S (de snob): 8/10 (Vamos a ser claros, nadie que no sea un snob recalcitrante puede llegar a encontrarle a “Propeller In Love” virtudes dignas de ser comentadas, todo aquel que espere cosas como intro-coros-puentes-solos-estribillos se vera decepcionado, pero aquel que se cuelga con sesiones de noise o que le atraen los discos de “ruiditos varios” lo recibirá con los brazos abiertos)
Puntaje general: 7/10 (A pesar de cierta monotonía el disco entretiene y es altamente hipnótico si lo agarras bien concentrado -no recomendable desde ya para fiestas o para declararle el amor a alguien con stereo bajo el brazo-. Lo que impide que sea un disco redondito son los últimos temas, tal vez sin ese drone largo y aburrido que no va hacia ningún lado que se podría haber prescindido el disco tendría una calificación mayor)