martes, 17 de junio de 2008

Arnold Dreyblatt & The Orchestra of Excited Strings - Propellers In Love

En las adyacencias del rock, allí donde los géneros se mezclan con naturalidad y sin complejos, donde la academia pone los materiales para que sus hijos dilectos hagan desparramos sin que nadie se entere o le importe, donde las guitarras parecieran ser mala palabra, donde el afán lúdico le gana a la seriedad y a la obligación de los contratos, donde la posibilidad de éxito esta negada de antemano, allí se hacen algunos de los discos mas interesantes, desafiantes y espinosos de la historia.

Arnold Dreyblatt es un artista en el amplio sentido del termino, alumno y compañero de la crema de la música académica estudio con Pauline Oliveros, La Monte Young, Alvin Lucier entre otros y como buen espíritu inquieto que no puede permanecer mucho tiempo en el mismo lugar además de tener una prolífica carrera como compositor, ha hecho obras e instalaciones que los que saben dicen que son re grosas. Y así como un John Zorn con menos prensa, este norteamericano radicado en Alemania viene limando cabezas desde principios de los ochenta, armando y desarmando bandas tratando de alcanzar esas extrañas visiones musicales que lo hacen la personita tan especial que es.

Pero como es la música de “Propeller in love”? mmm es como si un grupo de chicos de instituto de música se hubieran rascado el higo durante todo el año -esos que tienen mala fama, que fuman en el baño y aprueban sin estudiar- tienen que componer una obra para presentar como proyecto, obvio están limitadísimos técnicamente por la falta de practica, pero claro, ellos tiene ese extra que les permite sacar ese as de la manga que hace putear al resto de los compañeros. Por que no, también podemos imaginar el disco como un grupo de viejas carolas golpeando sus cacerolas con perfecto timing y originalidad.

Buscarle conexiones o similitudes es una tarea tan compleja, tan ardua y tan –finalmente- al pedo, por que nunca podremos definirlo completamente, los sitios que podrían encargarse de tal tarea incluyen bandas tan disímiles e ignotas que es imposible enmarcarlas en un sonido común. Tal vez con mucha imaginación podemos mencionar en la música popular(?) dos nombres que podrían ayudar a describir el sonido de la orquesta de Arnold Dreyblatt, el primer punto de contacto podría ser el tema raro, díscolo y difícil del primer disco de Velvet Underground “The Black Angel’s Death Song” y el otro varios temas de los discos solistas del Radiohead Jonny Greenwood cuyos experimentos percusivos y vanguardisticos tienen cierta (dije cierta) relación con este disco.

En definitiva la música de la Orquesta de cuerdas excitadas es un tren hecho de un material fino y delicado que avanza a toda velocidad y que da la sensación de desmoronarse a cada paso, es un conjunto de instrumentos extraños creando sonidos mas extraños todavía, modificados para la ocasión y ejecutados con tanta impericia como con originalidad, creando ritmos minimalistas llenos de percusiones que se esculpen lentamente en nuestra nuca y que cuando corren el riesgo de caer en la monotonia y el aburrimiento, un tono, una nota, un dedo cambia de lugar y con él la melodía cambia, levemente pero cambia, bifurcándose de su camino original como una realidad paralela dibujada por el profesor Brown de “Volver al futuro”.

Bizarrez: 8/10 (Ciertamente nunca escuche un disco como este, todo lo que en ciertas bandas o artistas puede manifestarse en un pasaje de una canción, hasta como máximo en una tema entero de dos minutos la orquesta de Arnoldo lo lleva hasta el infinito, con todo lo malo y lo bueno que ello significa, este es sin duda un disco único en su especie)
Escuchabilidad: 6/10 (A ver, los sonidos del disco no se caracterizan por ser de una violencia sonora o falta de respeto hacia el oyente como otros discos de mutant sounds pueden llegar a serlo, pero la forma como esa instrumentación es utilizada definitivamente no es para todo el mundo, un oído sensible o pasajero lo encontrara disonante y ciertamente perturbador)
Encopresis garantizada: 4/10 (De noche, con luces apagadas debe generar una linda cuota de incomodidad pero en condiciones normales el disco dispara muchas imágenes que no asociaría directamente con cuestiones terroríficas)
Factor S (de snob): 8/10 (Vamos a ser claros, nadie que no sea un snob recalcitrante puede llegar a encontrarle a “Propeller In Love” virtudes dignas de ser comentadas, todo aquel que espere cosas como intro-coros-puentes-solos-estribillos se vera decepcionado, pero aquel que se cuelga con sesiones de noise o que le atraen los discos de “ruiditos varios” lo recibirá con los brazos abiertos)
Puntaje general: 7/10 (A pesar de cierta monotonía el disco entretiene y es altamente hipnótico si lo agarras bien concentrado -no recomendable desde ya para fiestas o para declararle el amor a alguien con stereo bajo el brazo-. Lo que impide que sea un disco redondito son los últimos temas, tal vez sin ese drone largo y aburrido que no va hacia ningún lado que se podría haber prescindido el disco tendría una calificación mayor)

martes, 29 de abril de 2008

Crevice- Crevice 1
El disco comienza con una definición, o más propiamente una declaración de principios de lo que es Acid Rock. Parecería un discurso académico, prácticamente como si todo estuviera en un ambiente controlado, ya sea en el ascéptico mundo de un laboratorio o una celda con las paredes acolchonadas. Este academicismo despierta cierta desconfianza, y parecería en sus comienzos uno de los tantos experimentos del doctor Leary, el intento de crear una sensación cinemática de landscapes sonoros que pudieran imitar la alteración sensorial tras la insuma de drogas psicotrópicas. Sin embargo, aquello va sucumbiendo ante el influjo de su propio caos, como si fuese un experimento fuera de control, ya olvidándose de los determinados propósitos que estaban detrás de los vasos de bohemia, convirtiéndose el experimento en un fin en sí mismo. Este preciso elemento anárquico, es lo que hace resaltar el disco Crevice 1, separándolo de la mayoría de la psicodelia actual –a no ser por bandas como Acid Mothers Temple- que por momentos se toma la cosas demasiado en serio, como si los músicos dejaran toda su fibra adolescente y se encorsetaran tras túnicas blancas y guantes de látex.
El arte de tapa del disco habla de sobra de la banda. Un híbrido entre perro boxer con submarinista, con una boca completamente desproporcionada al resto del rostro, confirma ese absurdo sincretismo anatómico que propiamente caracterizará la pirada música de Crevice. Estos macabros vaqueros psicodélicos, que suelen caer con sus sombreros a los shows, haciendo añicos un vinilo de Barry Manilow en cada presentación –más allá de lo apologética cuestión de culto a la destrucción, los pibes mantienen que los discos de Manilow al ser destruidos tienen un sonido diferente-, han infectado al mundo con su música desde 1996. Como es costumbre en Mutant Sounds, no se sabe gran información sobre los tipos más allá de esto ya dicho, junto con el hecho de ser de San Antonio y tener en su haber una diarreica discografía que suele incluir bootlegs de sus muy colgados toques.
El disco en sí expresa “musicalmente” aquel mutante reconstruido por partes, casi en la técnica de cut up de Gysin, encontrándose a partir de la atenta escucha con los sonidos más disímiles, entre ellos, cristales, órganos de iglesia, motores en pleno funcionamiento, violines, chapoteos de agua, bebés-vocoder, clarinetes enlatados, sonidos propios de videojuegos de 8 bits, recortes de libros sonoros, voces oceánicas que parecen el canto de las ballenas y drones de toda naturaleza. Incluso al comienzo del disco hay unas guitarras eléctricas que recuerdan un poco a Mars Volta, pero la experimentación es tal que harían ver a los peludos del paso como unoa concursantes de certamen de bandas interliceal que tocan covers de A77AQUE. En ciertos sampleos uno acusa algunos sonidos que cree haber escuchado antes, no sólo en su vida cotidiana, o en los flippers de alguna casa de maquinitas polvorientas de Parque del Plata, sino en bandas como Radiohead –en el primer cuarto del disco hay algunos pasajes que recuerdan al Kid A, específicamente How to dissapear completely o The Nacional Anthem-, pero pronto uno se da cuenta de que lo que estas bandas reconocidas representan son sólo el ápice de este delirio que se extiende como un rizoma a todos los rincones de nuestros auriculares.
La banda se autoproclama desde el principio como Acid Rock, pero difícilmente podría entrar en una categoría. Está clara la idea de generar ciertos escenarios más aterciopelados o más esquizofrenizantes, por lo que uno se podría sentir tentado a asociarlo con cierta herencia del kraut, sobre todo con Faust, pero por otro lado, más específicamente con Eno y sus ideas sobre la música Ambient. En todo caso, más que ambient, lo que hacen los Crevice parece Ambient Punk.
Si intentara redondear el Crevice 1 con algún concepto, prácticamente no estaría muy lejos de Charles Manson interpretando el Album Blanco, principalmente porque no hay canciones y ni siquiera “movimientos”, como uno podría pensar en discos como los del ya citado Acid Mothers Temple o Godspeed You! Black Emperor.
Intentando hacer un recorte un tanto arbitrario, hay tres momentos que, cuando no intensos, resultan muy interesantes. El primero llega al minuto 27 con unas guitarras que entran en escena dándole un dramatismo extraño e inusitado a un disco que resultaba extravagante, pero frío. Luego para el minuto 34, una autoparodia embebida en ácido que utiliza extractos de un libro con audio –de esos que se le dan a los niños en sus primeros años de lectura-, en donde una señora relata el hambre que sienten los diferentes animales de una granja sin que esté el granjero Jones, responsable por la alimentación de los mismos. Lo que empieza con una simple broma se convierte en el mismo paradigma del disco. La anafórica Where’s farmer Jones? comienza a hacer un agujero en el cráneo, y progresivamente la voz de la mujer se comienza a superponer y expandirse como metástasis, resultando de todo aquello un desquiciante huracán de palabras y sonidos de animales. Al parecer los Crevice tienen una formación cinéfila (algunos de ellos han hecho soundtracks de películas) y han chapado alguna cosa que otra sobre el montaje. Específicamente, los tipos parecen haber entendido a fondo una de las famosas frases de Hitchcock en cuanto al uso de la imagen y montaje en La ventana indiscreta: "Tomamos un primer plano de James Stewart. Mira por la ventana y ve un perrito que baja al patio en el cesto; volvemos a Stewar, que sonríe. Ahora, en lugar del perrito que baja en el cesto, presentamos a una muchacha desnuda contoneándose ante su ventana abierta; volvemos a colocar el mismo primer plano de Stewart sonriendo y, ahora, ¡es un viejo crápula!". Claramente, la imagen sonora de los animales de granja suena bastante inocua por sí sola, es decir, como un plano, pero unida a una línea de montaje en que hace anaforizar, permutar y atacar las guestalts de estas imágenes, se produce un efecto desconcertante que por momentos se confunde con algo macabro y extraño.
El otro momento clave llega con un drone mínimo, que por un momento parece sólo sonido de aire y con el tiempo comienza a tener cada vez más protagonismo, como una avalancha que viene hacia nosotros.
Crevice puede considerarse un experimento de vanguardia, o la paja auditiva de unos cuantos pibes con ganas de hacer enloquecer a la gente. En uno u otro caso-y más allá de algunos cuantos minutos que aburren del disco-, es una experiencia que difícilmente deje inerme al escucha.

Bizarrez: 9/10 (prácticamente, de forma más o menos elegante, todo el post fue una forma de contar lo bizarra que es la banda. Como jugar a la ruleta rusa luego de tomar un té de floripón)
Escuchabilidad: 6/10 (por momentos aburre, y ciertamente es muy probable que si sólo están escuchando música y no haciendo otra actividad, cambien de disco y se pongan a escuchar MC5, The Damned, Ramones, Miranda! o cosas por el estilo. Sin embargo, no es un disco que taladre los oídos, permitiéndosele cierta cualidad ambient que puede ser más llevadera
Encopresis garantizada: 6/10 (en escenas muy logradas como la mencionada “Where is farmer Jones”, más que miedo por algo en específico, uno comienza a temer estar perdiendo la razón)
Factor S (de snob): 8/10 (nadie, nadie va a conocer esta banda, y si la ponés de fondo en alguna fiesta, posiblemente te conviertas en cuestión de minutos, en el personaje más cool del pabellón 7 del Vilardebó
Puntaje general: 7/10 (al principio el disco me parecía una pajería sónica, pero con el tiempo empecé a entender la idea que hay detrás de todo semejante caos. Ciertos landscapes muy logrados y un manejo de ciertos drones y experimentaciones sensoriales que podrían ser envidiados por las bandas más psicodélicas de los setenta.

sábado, 22 de marzo de 2008

Zimmer Frei - Zimmer Frei
La contratapa del vinilo de Zimmer Frei (que de paso significa “Habitacion Libre”, si ya se, es horrible el nombre) dice que con 9.500 liras podes comprar montones de cosas (4 minutos y 30 segundos de una llamada internacional, 9 billetes de lotería o una hora de baño turco entre otras) o podes también sostener entre tus dedos una obra maestra moderna. Estos tanos son grosos.

Si me dejaba guiar por los prejuicios, este disco podía llegar a ser una basura inescuchable -o una encantadora deformidad de esas que se tatúan en nuestras memorias-, argumentos para pensar esto no me faltaban: la tapa es lejos una de las mas feas vi en toda mi vida, un gran obra maestra del mal gusto y si le sumamos la vaga definición de New Wave que daba la pagina de Mutant Sounds, poco crédito era el que le daba a esta obscura banda italiana.

Cuando pienso en New Wave en mi cabeza se actualizan bandas como Blondie, Virus, Cars o Devo pero lejos esta Zimmer Frei de parecerse a estas bandas, los italianos no son una banda genérica mas, y aunque tampoco inventaron nada nuevo en su sonido podemos encontrar huellas de los clásicos ritmos alemanes, los guitarrazos rítmicos y fracturados del post-punk, y un uso de los sintetizadores y los climas que tranquilamente podríamos encontrar en cualquier banda del downtown neoyorquino.

Pero lo de los tanos no pasa por el atonalismo y los sonidos abrasivos de DNA o Mars, la conexión neoyorquina se puede oír en los sintetizadores a lo Suicide o en la voz de la cantante -que según la información se llama Pepsy(?)- cuyos berridos de corte punk o esos gritos melódicamente escalofriantes hacen que la comparación con Lydia Lunch se haga inevitable, aunque claro tamizado por un idioma italiano -un idioma que como el francés resulta a veces poco natural en contextos de rock- que le da un grado de bizarratud mas a la cuestión.

Lo bueno de Zimmer Frei es que su sonido evoca tantas cosas, tantas bandas, que al final uno termina devanándose la cabeza buscándole comparaciones, pero cuando crees que llegas a una conclusión mas o menos razonable ahí el tema siguiente para ponértela difícil de nuevo, es así que uno puede encontrar cosas del primer Roxy Music en los interplays de guitarra-sintetizador, o líneas de teclado típicamente Kraftwerkianas, o un tema como “Camion” (por que elijen nombres tan feos?) donde por ejemplo se nota las resonancias de una banda que suele ser citada mucho pero extrañamente dentro del post-punk su influencia musical es prácticamente nula, estoy hablando de Neu!, es imposible no reconocer en esa canción la cadencia motorizada de los alemanes, si fue voluntario o no nunca lo sabremos, pero que es un temazo es un temazo.

En definitiva un gran disco, que a pesar de las teorías y preconceptos previos sobre lo que el disco podia ser, es decir una banda llena de cliches tratando de aggionar y adaptar el sonido de moda a los particularismos locales, puedo afirmar que es un disco que a todo fan del post-punk dejara satisfecho.

Bizarrez: 6/10 (Italia es tierra de tenores o de cantantes melódicos con tendencia a quedarse ciegos no de oscuras bandas post-punk esquizofrenicas, en el contexto de 1981 el disco es bastante comunardo a pesar del origen de la banda y de provenir de los manantiales infinitos de mutant sounds)
Escuchabilidad: 7/10 (El disco es bastante escuchable a pesar de ciertos sonidos de teclados bastante delirantes y de la voz de Pepsy que puede chocar un poco para oídos inexpertos o para aquellos que realicen una escucha superficial).
Encopresis garantizada: 5/10 (La banda es media sombría de eso no hay duda, pero nunca llega a generar un verdadero sentimiento de malestar o incomodidad, es mas hay temas ideales para cerrar la puerta de tu habitación con llave y bailar al compás de esos ritmos locos)
Factor S (de snob): 6/10 (El bajar obsesivamente cualquier banda del periodo 77-83 ya es un karma que me sigue día y noche, hay que tenerlas todas, no importa el país, no importa si es synth pop, industrial, o punk old school, hay que tenerlas a todas, Zimmer Frei no es la excepción, igualmente el disco es raro pero parece que si le pones ganas y tiempo podes conseguirte el vinilo de los tanos)
Puntaje general: 7/10 (Para los que siguen la pagina con regularidad dirán que soy demasiado generoso con los puntajes, puede ser, para mi todos los discos están aprobados hasta que se demuestre lo contrario, el disco en si esta muy bueno, tal vez no es un adalid de virtudes, muchos de los sonidos y timbres te va parecer ya haberlos escuchado antes en otros lugares, igualmente tiene temas interesantes y muy destacables)


jueves, 14 de febrero de 2008

Jim Collins-Music performed by the high mass
¿Cómo suena ir desapareciendo? ¿Qué se escucharía si el fin de los días resultara tal como lo auguró la mitología escandinava (los lobos comiéndose la carroza del sol, y el mundo oscureciéndose lentamente como una bombilla cuya intensidad se va perdiendo)? ¿Cómo se siente pisar el pastoso fondo del arroyo, sacar la pala y excavar aún más, construirse un lecho entre lenguados y cangrejos subterráneos? ¿Cómo se siente ir perdiendo el nombre, el apellido y la lengua?
Bueno, todas estas preguntas se responden en este disco de Jim Collins.
He bajado muchos discos de Mutant Sounds antes y durante la existencia de este blog, me he encontrado con oscuras gemas de mundos desconocidos, me he encontrado con asaltos al sentido común y vejaciones auditivas, pero nunca me había pasado de encontrarme con un disco que me conmoviera. ¿Pero quién es Jim Collins? Bueno, el tema es que nadie conoce a Jim Collins. No aparece en la wikipedia, google y ciertamente lo único que sabemos de él proviene del mismo hombre (¿o Dios?) detrás del sitio de donde lo descargué. Y cuando esta persona también se lava las manos con respecto a la identidad de este músico, sabemos que estamos ante un verdadero espectro viviente, tan anónimo como una momia de Guanajuato.
Lo primero que me atrajo fue la tapa del disco, una tapa tan austera como oscura. Vemos el árbol cercado, extendiendo sus puntiagudas ramas como violentos tentáculos dispuestos a acabar con lo que se intente acercarle. Vemos algo que suponemos espantapájaros, pero que bien podría ser cualquier otra cosa. Vemos una planta color violeta venenoso, con aguijones erguidos impidiendo pasar cualquier cosa que se atreva a cruzar ese sendero. Recurriendo a los tests proyectivos, tal como si la tapa del álbum fuera material gráfico de un niño a analizar, podríamos considerar la idea de una persona con intenso miedo al mundo exterior, que es esconde dentro de sí misma atacando a todo lo que se le acerca, como esas ramas puntiagudas, tan peligrosas a cualquier abrazo, esos cuervos en el cielo de bruma violácea, esas rejas de metal y de espinas. Incluso podría considerarse al cantante como el conejito de la zona inferior izquierda, resaltando la insignificancia y fragilidad de alguien ante un mundo que se le alza amenazante e imponente. Y ciertamente lo que llama la atención es que todo esto se confirma en el disco. Es un disco donde la soledad predomina, pero no esa soledad romántica y florida del poeta, sino una soledad radical, una soledad en la que uno ni siquiera puede contar consigo mismo, con su propia voz interior para hacerle compañía.
Es muy difícil separar los temas del disco, es como un mismo puñado de tierra del fondo de un arroyo, igualmente homogéneo en su oscuridad, frialdad y textura bituminosa. El disco empieza con Love, siendo introducidos lentamente en el interior de un bosque, llegando a la cabaña de Collins. Cuando comienza la guitarra serena y llega la voz de Collins cargada de reverb sólo podemos pensar que aquello fue grabado en un lugar cavernoso, como si el cantante por miedo al mundo y a lo que él mismo pudiera hacer (now you can’t come and play in my garden/I have to closet he gate/for fear you might hurt me/or worse I’d hurt myself- Scorpio in Mars) se hubiera exiliado en el fondo del aljibe de su casa, donde nunca más viera la luz y donde preparó un pequeño estudio de grabación, alimentándose de seres reptantes que circulaban en las profundidades, entre los huecos de las adoquinadas paredes. La voz es monótona, se siente como un Virgilio guiándonos por el oscuro bosque. Unas guitarras eléctricas cargadas de fuzz y wah wahs van de derecha a izquierda en nuestros audífonos, como si fueran insectos que recorrieran transversalmente nuestro cráneo. Debido a este último recurso, quizás podríamos pensar en un psych folk, sólo que esta música no es psicodélica, tiene que ver con un estado del alma más allá de la experimentación con una droga. Se refiere a algo más… estructural, o más parecido a la desintegración de todo lo que conocemos. El diálogo de guitarras es admirable, sobre todo en God Song, que parecen como si fueran sonidos de animales acuáticos, como si Jim Collins las desafinara en tiempo real, mientras las toca. También los órganos acompañan el viaje, creando densas capas en las cuales flota (¿o se hunde?) la voz del músico.
Lo genial del disco es que en ningún momento el tipo intenta hacer usufructo de esa oscuridad, las letras son más vivenciales y religiosas de lo que podría pretender una banda autoconscientemente oscura. Lo que funciona perfecto es la comunion entre letras y música. Por ejemplo, lo recitado en God Song, “in the end/no more you/in the end/no more god too, only thoughts” perfectamente podría figurar en un disco de algunos Bauhaus wannabes, pero hay algo que hace lazo entre la desquiciada melodía y la monótona voz que resulta completamente convincente, tan convincente como las voces de esos predicadores enfrascados en su delirio místico. Otro tema admirable es Walk this country, que en el cual los arreglos de las guitarras con delay caen y retumban como gotas de agua, y donde sobre todo hay una entrada magnífica del piano, dramática pero no pomposa, que acompaña serenamente a la canción como esos pájaros que limpian de parásitos a los rinocerontes, dando pie a la última canción, la instrumental Time for now, que nos da la impresión de que no sólo ante el final del disco, sino del mismo músico.
Una vez que termino el disco, me imagino caminar una noche por un bosque intocado del balneario Biarritz. Hace unos años acampé allá con unos amigos. En cierto momento de la noche, si uno ponía el oído contra la pinocha podía sentir a los árboles respirar. Me imagino estar en una de esas noches, caminando sólo por aquel bosque, escuchando la voz y la guitarra de Jim Collins en mis audífonos como un mensaje del más allá. Prometo hacerlo algún día, pero de vivir esa experiencia, no sé si viviré para contarla.

Bizarrez: 5/10 (bizarro no es la palabra, no parece algo completamente alienígena para el oído, pero al mismo tiempo no suena a nada que haya escuchado del psych folk)
Escuchabilidad: 7/10 (no es un disco industrial norcoreano lleno de taladros, gatos sodomizados y licuadoras con piedras en lugar de fruta, pero es un disco complicado para la gente que busca temas de forma determinada y bien delimitados entre sí. A más de uno le podria parecer monótono).
Encopresis garantizada: 6/10 (si bien no apela al susto, es un disco incuestionablemente tan denso como oscuro, y ciertamente no es recomendable escucharlo si tenés una .35 al alcance)
Factor S (de snob): 7/10 (el folk no suele ser uno de los géneros de los que más se vanaglorian los enfermos melómanos –en ese caso, sería más bien el industrial, la música gótica, la no wave y el particularísimo fanatismo por la chanson française-, pero escuchar –y con la posibilidad de inventar la biografía- a un tipo del que no lo conoce ni la magnánima figura detrás de Mutant Sounds, es un material de gran potencial snob)
Puntaje general: 9/10 (difícilmente volverán a ver de mí un puntaje tan alto –un 10 sería, digamos, White light/White heat o A love supreme-, pero este disco realmente se lo merece. Es una rosa encontrada en un pantano, una rosa violácea y espinosa como la que aparece en la tapa del disco. Es admirable la capacidad de crear climas de Jim Collins, así también como la instrumentación –nunca vi guitarras tan parecidas a animales innombrables- y una capacidad de interpretación que te hace sentir el mismo mundo de sensaciones que inundan al cantante. Así como lo dije al principio, uno mientras escucha las canciones, se siente ir desapareciendo

BAJAR

viernes, 1 de febrero de 2008

Magma - Magma
Ya sea por etnocentrismo o por nuestra típica soberbia y arrogancia argentina desde chico vengo escuchando que el rock argentino es lo más. Los medios (hasta los especialistas en el tema) no se cansan de contar todas las bondades de nuestro rock, “que Charly esto”, “que el Flaco aquello” y la gente después repite como loro. Desde chico veo a gente que no escucho mas de 10 discos en su vida inmolarse defiendo la capacidad compositiva de Fito Páez. “Después de los países anglosajones, el rock argentino es el mejor lejos…”. El rock argentino tiene cosas muy buenas eso no lo voy a cuestionar pero si hay algo que aprendimos con Internet, es que el rock no se termina en cinco bandas de cinco países, y hoy me voy a ir hasta la otra punta del mundo para demostrarlo.

Es verdad cuando se habla de Corea nadie se acuerda de ellos especialmente por su musica, en todo caso lo harán por su restaurantes baratos de dudosa calidad, por esa actriz que aparecía en Sideways, por esos directores de nombres imposible que pululan año tras año en los festivales de cine o por su capacidad de pegar patadas en cada mundial de fútbol. Pero nadie en su sano juicio asocia al mencionar Corea con el rock o con esta muy buena banda.

Podría decirles que el tío del bajista –diplomático él- luego de un viaje por los EE.UU. paso de contrabando por la aduana (previa encamada con una despachante fea y gorda) algunos discos de los Sonics. Podría decirles que el guitarrista Hyeo Lee-Park paso sus días de exilio limpiando baños para un señor adinerado que luego cedería sus instalaciones para un show llamado Woodstook, y que mientras limpiaba los despojos de otras personas cada tanto pispeaba al escenario donde un negro con bincha hacia las cosas mas imposibles con la guitarra. Podría decirles que mientras Oh Seung-Lip se preparaba para los juegos olímpicos de Berlin (en el que luego ganaría una medalla de plata en Judo en peso mediano) durante un paseo por el centro de la ciudad se tildaría extrañamente ante una disquería al ver el vinilo de “Disraeli Gears” de Cream en el aparador. Podría decirles todo eso y les estaría mintiendo pero quien sabe tranquilamente todo eso podría haber pasado eso.

Ya desde el vamos la combinación Corea + Mutant Sounds era impredecible (y algo atemorizante a decir la verdad) pero a pesar de lo que me podía esperar no solo me encontré con un disco muy escuchable sino además con un excelente disco. Lo de Magma pasa principalmente por canciones garajeras, guitarras llenas de fuzz en la que los asiaticos roquean de lo lindo, metiendo unos solos terribles que los acercan mas a Blue Cheer que a los Nuggets americanos, hasta se le animan un poco al ruido en algunas partes del disco. Pero lo que hace que uno se enganche rápido con la banda es definitivamente la voz del cantante, sin ser especialista en rock asiático las pocas bandas que escuche (los Boredoms de la primera etapa, Acid Mother Temple, Damo Suzuki) se caracterizan por tener voces…deformes por decir algo mal y rapido, en cambio en las canciones de Magma las voces se acercan mucho a un modo muy occidental de cantar, sino me creen escuchen en el tema numero cinco ese corito “La La Lara Lara…” imposible de no tararear y díganme si esta canción no tendría que haber sonado mas en las radios que “Every Breath You Take”. Obvio son coreanos así que todo tan standard no podía ser, ahí es cuando aparecen canciones como la dos o la cuatro (perdón que no ponga los nombres lo que pasa es que no hay traducciones de los nombres) en la que se transforman en la banda sonora de un anime, aminorando la marcha, quitando la distorsión y facturando canciones tan brillantes como melancólicas. Y vuelvo al principio, es verdad que este disco es de 1981 y para ese año ya bastante agua había corrido bajo el puente del rock pero igualmente conmueve encontrar en tierras tan lejanas en las que uno nunca esperaría encontrar nada destacable, sonidos y canciones que permiten desterrar viejos mitos y creencias, en fin esto es rock y del bueno.


Bizarrez: 9/10 (Una sola palabra: Corea. Quieren un par mas?: Edición limitada)
Escuchabilidad: 8/10 (A pesar de lo que su origen prometía el disco se deja escuchar perfectamente y hasta nos regala algún que otro inesperado hit, además son 41 minutitos así que mas se puede pedir, no hace falta ser un melómano extremo para disfrutarlo)
Encopresis asegurada: 2/10 (Realmente no le encontré tal cosa al disco, tal vez había mas misterio y expectativa en la previa de escucharlo, pero apenas empezado el disco se borraron tales sospechas)
Factor S (de snob): 10/10 (No se como esta el cambio últimamente pero la ultima vez que me fije era algo así como 5 reportes oficiales de Throbbing Gristle equivalían a un disco de Magma, no lo dude si quiere ser la persona mas cool de la fiesta, si quiere chapear ante sus amigos snob este disco no lo dejara mal parado)
Puntaje general: 8/10 (Realmente el disco me gusto mucho, el sonido de las guitarras -el fuzz debe ser un de los efectos mas simples y atractivos-, esa voz que parece que va inventando las palabras una a una mientras las canta, canciones que inexplicablemente uno termina tarareando, …además lo repito por enemisa vez: son de Corea)


BAJAR